Saz Turco

Aparece por el taller este bonito Saz turco, un recuerdo de viaje que ha visto tiempos mejores y que necesita una puesta apunto después de pasar casi una década de mano en mano y sin ningún cuidado.



El primer problema es la cejuela, de madera, que con el trote ha perdido trozos y no consigue mantener las cuerdas en su sitio. Habrá que rehacerla.


Los trastes de hilo plástico son móviles para ajustar la afinación según estilos o zonas geográficas, dentro de un temperamento que maneja cuartos de tono y que aporta ese sonido tan característico. En principio están en buenas condiciones y no será necesario cambiarlos.


Al ser un Saz comprado como recuerdo de viaje no es de primera calidad, pero con unos arrleglos haremos que recupere la ilusión de ser tocado.

La purpurina aplicada con el barniz delata que la intención era llamar la atención ser vendido... Por ahora se quedará, ya que un lijado integral y rebarnizado excedería el presupuesto del proyecto.


Consigo por internet las cuerdas adecuadas a la longitud, un puente para sustituir al antiguo (perdido) y un nuevo juego de clavijas, ya que las anteriores estaban deterioradas. Aun así, hay que lijarlas todas, ya que el diámetro es algo superior al orificio del calvijero, lo que lleva más tiempo del previsto.


Una vez del diámetro deseado, se lubrican con jabón para un tacto suave y un fácil deslizamiento.




¡El trabajo ha merecido la pena!





El cuerpo está deslucido y ha sufrido golpes y arañazos varios. Como hay que ajustarse a un presupuesto, más adelante se dará una lijada fina para igualar y se barnizará con gomalaca para proteger y posteriormente abrillantar.



Es hora de atacar la cejuela. Se busca una madera dura y de color acorde. Se corta la madera necesaria para el grosor y se trabaja hasta que encaja perfectamente. Tomando como referencia la antigua, se realizan los pasos de las seis cuerdas.





Una vez lijado y barnizado a muñequilla, la diferencia es notable.




¡Es hora de las cuerdas! Este juego para escala corta lleva seis cuerdas, que se afinan usualmente en dos afinaciones típicas: La-Sol-Re o Do-Sib-Fa


La cuerda pasa por el agujero de la calavija y se enrolla apretando sobre sí misma.



Antes hay que pasarla a través del agujero de sujección y aprisionarla con ella misma... Un proceso algo delicado, pero al final queda sujeto con firmeza.



La distancia del puente se ajusta para que quinte correctamente, ya que se sujeta con la tensión de las cuerdas.


El resultado final es un Saz muy cómodo de tocar, y que ha rejuvenecido, dando ganas de tocarlo al instante.

















Y para muestra, así es como intento hacer sonar el Saz desde mi total inexperiencia y falta de vergüenza...

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