Laúd Evelio Dominguez
Me llega este laúd para restaurar, un proyecto de alguien que por falta de tiempo ha dejado aparcado y que se merece un empujoncito.
Se trata de un laúd Evelio Dominguez, luthier de origen cubano afincado en Madrid. Su actual dueño, músico autodidacta pero que actualmente se está formando en el conservatorio con ahínco, lo quiere para iniciar a su hija en la pasión musical. Será un trabajazo, pero a la vez un placer, dejarlo en las mejores condiciones.
Me llega con el lijado comenzado de manera basta, en parte del mástil y el fondo. Antes de seguir hay que hacer balance de daños y planificar los pasos a seguir.
La madera de la tapa tiene algunas abolladuras que se intentarán recuperar con humedad y plancha caliente, para que la madera vuelva a "hincharse".
Además la tapa tiene rozaduras en la madera, en la zona del toque de la púa, y el puente está algo tocado...
También pueden verse algunas grietas en la tapa, seguramente por la falta de hidratación y los cambios de temperatura, que habrá que tratar en su momento.
Tras hablarlo con el dueño, se decide lijarlo por completo para rebarnizarlo con gomalaca a muñequilla.
Comienzo pues con un lijado progresivo a 180, 280, 360 y 500. En sucesivas manos de lija, se eliminará el anterior barniz y se intentará igualar la madera en las partes que han sufrido mayor deterioro, siempre con cuidado de quitar el mínimo de madera posible para no afectar al grosor original y al sonido e integridad del instrumento.
Será un trabajo tedioso y complejo, debido a la cantidad de ángulos diferentes y de recovecos de difícul acceso, por lo que será necesario trabajar con diferentes tacos y lijas según cada caso.
Tras los aros, se agradece una superficie lisa cono el fondo, mucho más agradecida de trabajar...
El mástil también necesita del uso de tacos de formas y grosores adecuados para llegar a cada rincón.
Poco a poco, se consigue una uniformidad en cada mano de lija, más fina en cada mano, para dejar la madera perfecta para el barnizado. Horas y más horas...
El puente tiene que ser igualmente lijado con esmero, más trabajo y recovecos...
El final del diapasón sobre la tapa y la roseta son de especial difícil acceso.
Poco a poco el trabajo empieza a dar sus frutos, y la preparación está más cerca de acabar.
El diapasón ha acumulado cantidad de roña y marcas con el tiempo, así que se aprovecha para limpiarlo a fondo y disimular las marcas en la madera y los trastes, devolviéndole el lustre.
Ahora es cuando las grietas de la tapa comienzan a verse con claridad. Habrá que reforzar y encolar para evitar que se sigan abriendo, disimulando lo posible.
Una vez acabado con el lijado, se levanta el repelo humedeciedo la madera, para dar una última lijada fina. Se consigue una superficie ya casi espejada en la madera, facilitando el posterior barnizado. Cada error en esta fase se amplifica con el barnizado, así que conviene ser meticuloso y perfeccionista para evitar tener que volver atrás innecesariamente.
Como puede verse, el anterior tintado ha quedado más reducido, con una madera en sus tonos naturales. Tras hablarlo con el dueño, se decide conservar esos tonos naturales de la madera, que con la gomalaca se oscurecerán ligeramente.
Se protegen adecuadamente el diapasón y el puente antes de barnizar, ya que en un principio se pensaba dejar el puente tan solo protegido con aceite. Como luego se verá, al final se acabó barnizándolo tambien, por estética y como consecuencia de alguna reparación final.
Con las primeras manos de gomalaca a muñequilla, el cambio es notable, y la madera comienza a deslumbrar.
Con cada mano el instrumento gana en efecto espejo. Entre cada capa de gomalaca se lija con una lija 1000 al agua, para conseguir una superficie lisa y uniforme, ajustando la cantidad de gomalaca, alcohol y aceite para conseguir que el trabajo sea lo más fino posible.
Finalmente se decide barnizar el puente, pero antes hay que reparar varias grietas profundas.
El resultado es mucho más acorde al nuevo aspecto del laúd.
Una vez satisfecho con el número de capas (alguna más que las originales, pero no demasiadas para no afectar a la sonoridad), se comienza el pulido final. En esta fase se sigue trabajando con la muñequilla, pero tan solo con alcohol para conseguir pulir el barniz para resaltar aún más el efecto espejado. Mucho frotar y frotar...
El resultado, justo antes de poner las cuerdas y con los apliques pulidos y puestos de nuevo (clavijeros, cordal...), salta a la vista.